La impertinencia del cierzo.

La Estiviecha

Esta mañana a las seis, escuchaba extrañada unos ruidos raros por la calle, como si arrastraran maletas de ruedas, pero repetían una y otra vez ... era el aire!
Bolo no quiere saber nada de jugar en el corral, duerme y duerme en su capazo.

Yo sí he salido con anorak y capucha en la cabeza, he disfrutado de la soledad de las calles, de las casas cerradas, del viento zarandeando las ramas, e incluso de las olas del pantano ya sin hielo. Las montañas han vuelto a cubrirse de una fina capa de nieve a pesar de que ayer noche lucía la luna. Todo el paisaje nos recuerda que es invierno y que aquí dura seis meses, no hay que buscar violetas aún por los rincones ni niños jugando con el agua de la fuente.